“ Caerse, levantarse,
ejercitar los músculos y los sentidos, ponerse a prueba, coger insectos,
plantar semillas, son estímulos para el cerebro y también para las emociones,
porque oler una flor, contemplar un campo de amapolas o ver como crece una
planta provoca en el niño sensaciones, que a su vez, suscitan emociones, y esas
emociones son luego importantes para construir el conocimiento”.